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Iberdrola: una posición que nació de cero y que el tiempo ha respaldado

Cuando en febrero de 2024 decidí crear una nueva cartera desde cero, tenía claro que quería construirla con fundamentos y no con impulsos. En ese proceso, Iberdrola apareció casi de manera natural. No venía arrastrando posiciones antiguas ni inercias del pasado: fue una elección deliberada. Miré su precio, su capacidad de generar flujo estable y la forma en que la compañía equilibra crecimiento renovable con un negocio regulado robusto. Todo encajaba, y la valoración en ese momento me parecía razonable para una eléctrica con solidez demostrada.


Con los meses, la decisión ha ido tomando más sentido. La cotización no ha explotado ni ha protagonizado titulares estridentes, pero sí ha seguido un camino que valoro incluso más: el de la validación pausada. Iberdrola ha reforzado sus redes, ha ampliado capacidad renovable con disciplina y ha mantenido un nivel de deuda contenido, algo especialmente relevante en un entorno de tipos aún exigente. No necesitó reinventarse; simplemente siguió cumpliendo su plan.


Mi tesis inicial —la de una compañía predecible, eficiente y con suficiente visibilidad a medio plazo— no solo se mantiene, sino que se ha fortalecido. Iberdrola ha sabido absorber presiones regulatorias, gestionar costes y sostener sus márgenes sin comprometer su hoja de ruta. Y cuando un gigante del sector eléctrico sigue entregando resultados consistentes, el mercado tiende a corregir cualquier descuento inicial. Eso es justo lo que he visto desde que la incorporé a mi nueva cartera.


Hoy miro esa compra con la tranquilidad de haber construido una posición desde cero en un punto que, con perspectiva, ha demostrado ser acertado. Iberdrola no ofrece grandes sorpresas, pero sí un tipo de recompensa que valoro cada vez más: la de avanzar con firmeza, incluso cuando el mercado no mira. Y ese ritmo constante es, al final, lo que ha validado el precio al que decidí entrar.


En este punto, me planteo la posición con un enfoque flexible: mantenerla como un pilar estable de la cartera, pero sin descartar una ligera toma de beneficios si la acción entra en una fase de sobrevaloración clara. Aun así, el riesgo de quedarme fuera de un ciclo de crecimiento sostenido sigue ahí, porque Iberdrola tiene margen para seguir ampliando capacidad renovable y mejorando retornos en redes. Por eso, más que cerrar la puerta, prefiero ajustarla, dejando que la posición respire sin perder de vista que la compañía todavía tiene recorrido por delante.

27.02
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